7.9.08

Siete.

Todo comenzó una tarde aburrida y monótona. Que hizo conocer a un grupo de gente única y completa.

Comenzó, cuando le pregunté a ese chico intelectual, y relajado si era de 5to.

Conocí a una chica con la que el cigarro era el común entre los dos, en aquella vez.

A un pata que el futbol y su humildad eran algo normal en él.

A otra chica que hacía unos kekes increibles y se volvía hiperactiva con la Coca-cola.

A un pata que daba todo por los que quería y por su remo.

A un chica que miraba al mundo con ojos de riqueza.

A otro pata que juraba que se asaba todo el día y sus palabras eran concisas y directas.

A una chica, que con su silencio decía más que con mil palabras.

A un pata que sin pensarlo dos veces, te mordía y jugaba con unos pokemones.

A una chica que detestaba el olor al cigarro y le gustaba vivir la vida.

A un pata que hacía reír, hasta con su tamaño.

A una amiga que daba tanto por nosotros y que metía canastas.

A un pata que su personalidad y su excentricidad lo llenaban.

A una chica que te hacía reír y sentir feliz con sólo saludarte.

Y el menor de todos. Él que les escribe.