Todo comenzó una tarde aburrida y monótona. Que hizo conocer a un grupo de gente única y completa.
Comenzó, cuando le pregunté a ese chico intelectual, y relajado si era de 5to.
Conocí a una chica con la que el cigarro era el común entre los dos, en aquella vez.
A un pata que el futbol y su humildad eran algo normal en él.
A otra chica que hacía unos kekes increibles y se volvía hiperactiva con la Coca-cola.
A un pata que daba todo por los que quería y por su remo.
A un chica que miraba al mundo con ojos de riqueza.
A otro pata que juraba que se asaba todo el día y sus palabras eran concisas y directas.
A una chica, que con su silencio decía más que con mil palabras.
A un pata que sin pensarlo dos veces, te mordía y jugaba con unos pokemones.
A una chica que detestaba el olor al cigarro y le gustaba vivir la vida.
A un pata que hacía reír, hasta con su tamaño.
A una amiga que daba tanto por nosotros y que metía canastas.
A un pata que su personalidad y su excentricidad lo llenaban.
A una chica que te hacía reír y sentir feliz con sólo saludarte.
Y el menor de todos. Él que les escribe.