24.3.11

ay Amor, ay.

No sólo tengo manos, sino también un corazón dispuesto. Qué recuerdos los que vuelan esta noche, facilidad es la palabra que me falta y que hace tanto no recuerdo. Ay amor, amor. Vuelves hacia la vereda encaminada y oscura. Como cuando el corazón empezaba a bailar un tango con tan solo escuchar tu voz. Porque mis oídos estaban predispuestos a sólo entender tu ideología, tan vehemente como tu forma de pensar. Lejos más allá de donde van todos los sueños, mis miedos van recobrando sentido y pienso al aire, en medio del torvo caminar.



Las hojas van cayendo desde el cuerpo intenso del sol, los brazos que internan todos los sueños. Tu pelo negro y largo como los inviernos limeños y poco excitantes como un hombre en la bañera. Si algún día te viera desde cerca no podría dejar de imaginarte entre mis pensamientos. No se podrá mentirle al mismo intenso, el sol abarcará la totalidad visual. Sólo quiero quererte pensar todos los días como el hilo perfecto de un telar. No mires con rabia ni con sensualidad, sólo mírame de verdad.




He dejado de creer en el amor. El anti-romanticismo llena el oscuro cuarto verde, ay amor. No seas intransigente con tu corazón, déjate de llevar. Deja ver tu vida, tu vil verdad, tu miedo más cercano, más real. No puedo seguir con la idea utópica de tenerte entre mis sábanas, amándote día a día, la noche ya llegó. Todo queda en un buen día, todo aquél que vendrá. Ay amor, ya no puedo más.