Hace mucho tiempo que no tenía tanto tiempo para estar conmigo mismo. Me gusta tener un espacio dedicado para mí. Un día entero en el cuál no tengo que cumplir ninguna expectativa social y puedo disfrutar de quedarme en pijama hasta que me aburra. Sin ducharme. Riendo. Llorando. Recordando.
No recuerdo cuándo fue la última vez que había estado así. Todo el día en casa. Cocinando. Pensando. Viendo como el cielo va cambiando de color durante todo el día. Sin conversar con alguien. Leyendo. Viendo una temporada completa de una serie intensa que me permita mantenerme concentrado en la trama, para evitar pensar en todas las ideas que revolotean en mi cerebro.
Y aún así, es inevitable que aparezcas. Tan solo es necesario que aparezca alguna escena de la serie para desencadenar tu recuerdo de forma brutal. Y esa escena -cualquiera que sea- tiene un punto de inflexión inminentemente romántico. En algún momento es por la celebración de compartir la vida con alguien indispensable, mientras que otras es por haber tomado una decisión en particular. No puedo mentirme. Me gusta ser fiel conmigo mismo, así como me gusta disfrutar el tiempo conmigo mismo, pero aún si te extraño.
Extraño. Al escribir esa palabra, se me caen las lágrimas. Aparecen lentamente unos mocos que me impiden respirar con normalidad y se me cierra el pecho de solo pensar que me equivoqué. Mi corazón se entristece -que cursi puedo ser en este estado- y tengo que volver a sonarme la nariz una vez más. Hoy no eres más que eso. Un extraño, y un vago recuerdo, pero una constante sensación de no volver a cometer el mismo error y de disfrutar la vida cómo lo hice contigo. No tener miedo a compartir mi vida con alguien, de dejarme querer por alguien tan noble como tú. De dejar de lado mis mis análisis objetivos sobre las situaciones y dejarme llevar por las emociones reales. Es una sensación de alegría y nostalgia juntas, en medio de miles de recuerdos de los viajes que hicimos.
Ojalá algún día me puedas perdonar. Me costó entender mis errores, pero el tiempo es sabio. Por haber tenido tanto miedo de involucrarte en mi vida y de mantener el terror de abandonar el orgullo generado en los otros. Por no haber querido dar un esfuerzo adicional. Por tener miedo de ser herido primero. Por haber huido de forma tan cobarde. Por sacarte así de mi vida, de nuestra vida.
Es irónico pensar que mi vida ideal sería como un nómada exitoso. Lejos de todo el mundo, conociendo gente nueva todos los días. Disfrutando cada instante porque tal vez no existan más después. Pero hoy me doy cuenta que lo único que puede hacer una vida ideal, es tener con quién compartirla. Sea con la familia, con los amigos, con las personas de la oficina, con los que practicas yoga o incluso con alguien como tú. Alguien que me admire, me cuide y me acompañe.
Una vez más, gracias por enseñarme lo que significa la vida ideal y el amor.
Es el momento de dejarte ir; de estar conmigo mismo.