17.8.10

Las palabras son acciones.

"Yo no siento lo mismo que tú"

"Adiós"

"Murió"

"Es el fin de todo esto"

"Ya no quiero ser tu amigo"

"Me siento solo"

2.8.10

You're My Idol.

El público enmudece. Sólo existe una persona al frente y un par de reflectores.
En la tercera fila, se cierran los ojos y sólo se empieza a escuchar:

"You were my strength when I was weak
You were my voice when I couldn't speak
You were my eyes when I couldn't see
You saw the best there was in me
Lifted me up when I couldn't reach
You gave me faith 'coz you believed
I'm everything I am
Because you loved me "

No se necesitaron más palabras, porque a veces la música habla por sí sola y genera un mundo alterno en el que todas las sensaciones se entreveran y se pierden dentro de sí mismas. El sentimiento empieza a aparecer como lo hace el humo del tabaco y se va esparciendo por todo el aire hasta llegar a lo más básico del ser y ahí es cuando la magia empieza.

Nadie habla y algunos lloran.
Todos aplauden y una sonríe.

La tercera fila siente que acaba de presenciar un hecho histórico. Un hecho de aquéllos que se te quedan grabados como un tatuaje en la piel; de por vida.
Y sólo atinas a escuchar un "Let it Be" y tus oídos quedan complacidos hasta tal clímax que no es necesario escuchar algo más. I measure my life in love.