15.1.16

Trotamundos

Hace menos de cuatro meses me imaginaba cómo sería vivir en otro país. Hace varios años me imaginaba viviendo fuera de casa, en algún país exótico, haciendo una pequeña contribución a la sociedad, la que sea, pero positiva. Hace un par de décadas mis padres sólo se preocupaban que coma todas mis comidas, que no me diera frío y que esté feliz. 

Hace un par de años quería encontrar mi primera práctica, algo que sea extrañamente jurídico pero práctico. Hace un par de meses el estómago me alertaba de que el fin de mi carrera se acercaba, hace un par de días celebramos los 56 años de mi padre. 

Me gusta planificar ciertas cosas. Me encanta ordenar todo. Mi vida está planificada y se resume en lo siguiente: felicidad, viajes, vino, café, música y amor. Suena bastante sencillo, pero la vida debiese ser de esa forma. No hemos venido a desperdiciar el tiempo siendo amargados o llorando, por lo menos pienso volcar todos mis esfuerzos posibles para que esté tranquilamente feliz. 

Es la primera vez que vivo solo. Es la primera vez que vivo solo en otro país. Es la primera vez que trabajo. Es la primera vez que vivo solo en otro país y trabajo. No habría imaginado estar en esta situación hace seis meses atrás, pero (por más cursi que suene) sabía que la vida me tenía preparado mil aventuras, las mismas que me llevarían suficientemente lejos como para sentirme ajeno al mundo y al mismo tiempo parte esencial. 

Había olvidado lo mucho que me gustaba escribir. Lo mucho que me gusta estar con mi familia en la sobre mesa, cantar cumpleaños feliz, abrazarlos, sentirlos cerca. Nostalgia positiva para valorar lo bueno de la vida, ¡lo bueno de estar vivo!